Entre La Razón Y La Fe

Explorando el Diálogo entre Pensamiento y Creencia

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Siembra Y Cosecha

Hoy quiero proponerte reflexionar sobre la ley de la siembra y cosecha:

Gálatas 6, 7-10 «No se engañen, nadie se burla de Dios: al final cada uno cosechará lo que ha sembrado. El que siembra en la carne, y en la propia, cosechará de la carne corrupción y muerte. El que siembra en el espíritu, cosechará del espíritu la vida eterna. Así, pues, hagamos el bien sin desanimarnos, que a su debido tiempo cosecharemos si somos constantes. Por consiguiente, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos y especialmente a los de casa, que son nuestros hermanos en la fe.»

Otros la conocen como la ley de la retribución.

Básicamente, trata que sí obramos -sea bien o mal – recibiremos las consecuencias correspondientes a nuestras acciones.

Por ejemplo, si sembramos malos tratos, indiferencia en nuestro matrimonio… eso recibiremos a cambio. Si sembramos atención, afecto a nuestros hijos ahora, eso lo recibiremos más tarde.

No podemos escapar a las consecuencias de nuestras decisiones y acciones.

Si hemos obrado mal, si hemos tomado malas decisiones, en vez de lamentarnos de los malos resultados hoy, te propongo que nos arrepintamos, hagamos reparación y restitución, y sembremos buenos pensamientos, buenas acciones. A su tiempo, cosecharemos lo que sembramos.

Medita en esta historia:

EL NOBLE Y EL GRANJERO

Su nombre era Fleming, y era un granjero escocés pobre. Un día, mientras intentaba ganarse la vida para su familia, oyó un lamento pidiendo ayuda que provenía de un pantano cercano. Dejó caer sus herramientas y corrió al pantano. Allí, entró hasta la cintura en el estiércol húmedo negro. Se trataba de un muchacho aterrado, gritando y esforzándose por liberarse. El granjero Fleming salvó al muchacho de lo que podría ser una lenta y espantosa muerte. Al día siguiente, llegó un carruaje elegante a la granja. Un noble elegantemente vestido salió y se le presentó como el padre del muchacho que el granjero Fleming había ayudado.

-«Yo quiero recompensarle», dijo el noble. «Usted salvó la vida de mi hijo.»

-«No, yo no puedo aceptar un pago por lo que hice,» contestó el granjero escocés . En ese momento, el hijo del granjero vino a la puerta de la familia de la cabaña. «¿Es su hijo?» el noble preguntó.

-«Sí,» el granjero contestó orgullosamente.

  • «Le propongo un trato. Permítame proporcionarle a su hijo el mismo nivel de educación que mi hijo disfrutará. Si el muchacho se parece a su padre, no dudo que crecerá hasta convertirse en el hombre del que nosotros dos estaremos orgullosos».

Y el granjero aceptó. El hijo del granjero Fleming asistió a las mejores escuelas y con el tiempo, se graduó en la Escuela Médica del St. Mary’s Hospital en Londres, y siguió hasta darse a conocer en el mundo como el renombrado Dr. Alexander Fleming, el descubridor de la Penicilina.

Winston ChurchillAños después, el hijo del mismo noble que fue salvado del pantano estaba enfermo de pulmonía. ¿Qué salvó su vida esta vez? La penicilina.

¿El nombre del noble? Sir Randolph Churchill.

¿El nombre de su hijo? Sir Winston Churchill.

Alguien dijo una vez: 

«Lo que va, regresa. Trabaja como si no necesitaras el dinero. Ama como si nunca hubieses sido herido. Baila como si nadie estuviera mirando. Canta como si nadie escuchara. Vive como si fuera el Cielo en la Tierra. Nada pasará si no lo haces. Pero si lo haces, alguien sonreirá gracias a ti. Haz el bien y no mires a quién.»

¡¡Dios te bendiga!!

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