Entre La Razón Y La Fe

Explorando el Diálogo entre Pensamiento y Creencia

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La Ciudad de Dios y la Ciudad de Satanás

En la obra de San Agustín La Ciudad de Dios, comprendí con mayor claridad el contraste entre dos formas de vivir: la Ciudad de Dios y la Ciudad de Satanás. Esta distinción no es meramente teórica o abstracta, sino que se manifiesta en nuestra vida cotidiana, en nuestras decisiones y en nuestra manera de relacionarnos con los demás. No se limita a instituciones, países, sino que toda institución humana tiene entre sus miembros ciudadanos de ambas ciudades, según lo que tiene cada uno en su corazón.

San Agustín define la Ciudad de Dios como aquella cuyos ciudadanos viven con un propósito trascendente, guiados por el amor a Dios y la verdad. En cambio, la Ciudad de Satanás está conformada por quienes buscan exclusivamente su propio beneficio, dominados por la ambición, el engaño y la búsqueda de poder. No se trata de una división superficial o de etiquetas externas: incluso dentro de la Iglesia hay quienes, en su actuar, pertenecen más a la Ciudad de Satanás que a la de Dios.

Una reciente experiencia me llevó a confrontar esta realidad de manera personal. Al analizar cómo ciertos individuos manejan sus compromisos, las promesas incumplidas y la manipulación en los negocios, veo con claridad esta dicotomía. Quienes viven en la Ciudad de Satanás creen que todo es una cuestión de astucia y ventaja personal, justificando sus acciones con la idea de que «los negocios son así» o «la oportunidad hace al hombre». En cambio, la Ciudad de Dios nos llama a actuar con rectitud, cumpliendo nuestras promesas y poniendo la verdad y la justicia por encima de la conveniencia.

Ejemplos en la sociedad actual

Ejemplos de estas dos ciudades abundan en nuestra sociedad. En la política, vemos líderes que gobiernan con integridad y vocación de servicio, mientras que otros solo buscan su enriquecimiento y perpetuarse en el poder. En el mundo empresarial, hay quienes construyen con ética y responsabilidad, y otros que operan con corrupción y explotación.

¿A qué ciudad pertenecemos?

La gran pregunta es: ¿a qué ciudad pertenecemos realmente? No basta con decir que somos cristianos o que vamos a la Iglesia si en la práctica vivimos con los valores de la Ciudad de Satanás. Es en nuestras acciones, en nuestras decisiones diarias, donde se define nuestra verdadera ciudadanía espiritual.

San Agustín nos recuerda que:

«Cada persona es lo que ama».

Si nuestro corazón está puesto en la verdad, la justicia y el bien, somos ciudadanos de la Ciudad de Dios. Si, en cambio, nuestro tesoro está en la acumulación de poder, riqueza y en el engaño, entonces hemos elegido la Ciudad de Satanás, aunque externamente nos presentemos como creyentes.

«Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mateo 6:21).

Que cada uno examine su vida y determine en qué ciudad ha decidido vivir.

Una respuesta a «La Ciudad de Dios y la Ciudad de Satanás»

  1. Avatar de Rosario Hinostroza Portocarrero
    Rosario Hinostroza Portocarrero

    Exelente!!!
    Interpretación, de la vida misma en cada persona, yo comparto en su totalidad todo lo escrito, estimado Jorge.
    Y es tan lleno de verdad, que es muy buena la recomendación, de reflexión hacerse la pregunta cada vez, cada día al preguntarse a cual de las dos ciudades queremos, o pertenecemos?.
    De tal manera que se nos vuelva un hábito el que antes de obrar, esa pregunta este siempre presente en nosotros, creo que es una mejor forma de ayudarnos a crecer con una calidad humana, merecedora, de pertenecer a la ciudad de Dios!.
    Y si la persona se responde y y encuentra un sin números de justificaciones, a su obrar, de acuerdo con lo incorrecto, es más tomando como que es necesario para surgir » » en ésta vida etc., esa persona está muy grave, por así decirlo.
    Que lejos está del lado correcto, de la Ciudad de Dios!!
    Triste!!
    Gracias una vez más, es un placer leerte, no todos tienen ese Don!!

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