«Solamente les pido que se comporten como dignos seguidores del Evangelio de Cristo. De esa manera, sea que yo vaya a verlos o que oiga hablar de ustedes estando ausente, sabré que perseveran en un mismo espíritu, luchando de común acuerdo y con un solo corazón por la fe del Evangelio,.. Filipenses 1,27»
Es sorprendente la falta de coherencia que existe entre lo que profesamos creer y lo que realmente hacemos. Partidos políticos que se proclaman «moralizadores» después caen en groseras formas de corrupción; familias «católicas comprometidas» que se oponen fuertemente cuando uno de sus hijos quiere ser sacerdote o religioso…. y cosas por el estilo…
La falta de coherencia arruina reputaciones, contaminan la sociedad… y muchas veces por un mal elemento en una organización, el resto de los miembros de la misma «paga los platos rotos» …
Asistidos por la gracia de Dios, sí es posible ser coherentes!! Es necesario usar nuestra voluntad santificado y decidirnos a vivir coherentemente.
– Busquemos profundizar nuestra fe.
– Practiquemos nuestra fe.
– Acudamos a los sacramentos.
– Unámonos con otros que tengan esos mismos ideales; la fe se vive en comunidad.
– Tolerancia cero; si nos sorprendemos en falta, rectifiquemos
Conforme practiquemos esas cosas, nuestra conciencia se educará y sensibilizará. Así desarrollaremos el hábito de la coherencia.
Dios te bendiga!!!
Jorge Ayona
El semáforo se puso amarillo justo cuando él iba a cruzar en su automóvil y, como era de esperar, hizo lo correcto: se detuvo en el paso peatonal, a pesar de que podría haber pasado la luz roja, acelerando a través de la intersección. La mujer que estaba en el automóvil detrás de él estaba furiosa. Le tocó el claxon con insistencia durante un largo rato e hizo comentarios negativos en voz alta, ya que por culpa suya no pudo avanzar a través de la intersección… y para colmo, se le cayó el celular y se le estropeó el maquillaje. En medio de su pataleta, oyó que alguien le tocaba el cristal de la puerta. Allí, parado junto a ella, estaba un policía mirándola muy seriamente. El oficial le ordenó salir de su auto con las manos arriba, y le detuvo. Le llevó a la comisaría donde le revisaron de arriba abajo, le tomaron fotos, las huellas dactilaresy le pusieron en una celda. Después de un par de horas, un policía se acercó a la celda y abrió la puerta. La señora fue escoltada hasta el mostrador, donde el agente que la detuvo estaba esperando con sus efectos personales: – “Señora, lamento mucho este error”, le explicó el policía. “Le mandé bajar mientras usted se encontraba tocando el claxon repetidamente, como queriendo pasar por encima al automóvil de delante, maldiciendo, gritando improperios y diciendo palabras soeces. Mientras la observaba, me percaté de que de su retrovisor colgaba un Rosario y que su coche tiene en el parachoques un adhesivo que dice ‘¿Qué haría Jesús en mi lugar?’. Además, ví un adhesivo que decía ‘Yo escojo la Vida’ y otro que decía ‘Sígueme el Domingo a la Iglesia’ y, finalmente, el emblema cristiano del pez. Como es de esperar, supuse que el automóvil era robado.” Este simpático relato muestra la importancia de ser coherentes entre lo que creemos y lo que hacemos. Para ser cristiano no basta con ir a la Iglesia los domingos o leer el evangeliode vez en cuando, porque el cristianismo es un estilo de vida. Así que la próxima vez que vayas en el auto, o de compras al supermercado, o te encuentres atendiendo algún cliente, recuerda que el mundo te está mirando y espera ver coherencia en ti.
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