La Unidad de la Roca vs. El Peligro de la Arena
El Evangelio de Mateo nos ofrece dos de las imágenes más potentes de la fe: la Roca como fundamento y la advertencia contra la mera verbalización de la fe. Al conectar dos pasajes clave de Jesús, podemos establecer un argumento lógico sobre la necesidad de la unidad eclesial y la obediencia a la autoridad constituida por Él.
El debate no es sobre cuán sinceros somos, sino sobre dónde está colocado el cimiento que resistirá la prueba final.
I. La Advertencia Lógica: La Fe sin Obediencia es Insuficiente
Jesús concluye el Sermón del Monte con una distinción tajante entre la fe que salva y la que perece. Él nos advierte que el fervor o el carisma no garantizan el conocimiento de Dios:
«No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre no expulsamos demonios, y en tu nombre no hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí. Apartaos de mí, hacedores de iniquidad.’» (Mateo 7:21-23, LBLA, énfasis añadido)
El problema de estos profetas no es la falta de trabajo (hicieron milagros), sino la falta de relación de alianza con Cristo, manifestada en la desobediencia a Su voluntad (iniquidad). La fe, para ser real, exige someterse a Su gobierno.
II. La Conclusión Lógica: Obediencia es la Roca
Inmediatamente después, Jesús define cuál es ese gobierno y esa sumisión a Su voluntad que actúa como un cimiento inquebrantable:
«Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone por obra, será semejante a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. Y descendió la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron contra aquella casa; y sin embargo, no se cayó, porque había sido cimentada sobre la roca. Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone por obra, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena.» (Mateo 7:24-27)
La Roca en este pasaje es la obediencia práctica y total a la enseñanza de Cristo.
El problema de la arena es su fragmentación y su falta de solidez, lo que se asemeja al juicio privado. Si la enseñanza se somete al juicio individual (la arena), la casa se derrumba inevitablemente cuando llegan las «tormentas» doctrinales o éticas.
III. La Roca Visible: La Unidad del Fundamento
Si la Roca es la obediencia total a la enseñanza de Cristo, ¿cómo podemos asegurar esa enseñanza en el tiempo sin que se fragmente en miles de interpretaciones? La respuesta la da el Señor mismo al instituir la autoridad fundacional:
«Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro [Kēphas, ‘roca’], y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.» (Mateo 16:18-19, énfasis añadido)
Aquí, la Roca (la confesión de fe) y la Autoridad Visible (el oficio de Pedro) se fusionan. Cristo no fundó Su Iglesia sobre una idea abstracta, sino sobre una estructura visible y unificada a la que dio las «llaves» y la autoridad vinculante.
La Iglesia, al estar edificada sobre la Roca de Pedro y su confesión, está garantizada contra el colapso (las puertas del Hades).
IV. Conclusión Apologética: El Peligro de la Fragmentación
La conexión lógica es clara:
- La Roca de la salvación es la obediencia total a Cristo (Mateo 7).
- Cristo garantiza la integridad de Su enseñanza al edificar Su única Iglesia sobre una autoridad visible (Mateo 16).
- Por lo tanto, edificar una estructura (iglesia, grupo o fe) fuera de la autoridad visible y unificada que Cristo estableció en la Roca es, por definición, construir sobre la arena del juicio privado.
La consecuencia es la fragmentación observada en la historia: las divisiones son la prueba empírica de que la casa, al carecer de un fundamento estructural único y vinculante, se derrumba ante el primer embate de la tormenta doctrinal o ética.
En palabras de los Padres de la Iglesia, la unidad es la prueba de la Roca.
📜 Reflexión Patrística (San Cipriano de Cartago, c. 250 d.C.)
«Es a Pedro a quien le dice: ‘Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia’… Donde está Pedro, allí está la Iglesia. Y donde está la Iglesia, no hay muerte, sino vida eterna.»
— Comentario a doce salmos de David 40:30 (Atribuido por la tradición a San Cipriano o San Agustín, destacando la unidad petrina).
El camino hacia la solidez y el descanso que buscamos (el contrario a la «arena» que se cae) pasa por la humildad de someter la propia interpretación a la autoridad que Jesús mismo estableció para garantizar la obediencia total.
La Roca de Cristo no es la de la conveniencia, sino la de la coherencia.
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