Sal de la tierra y la luz del mundo

Sal de la tierra y la luz del mundo

La Vocación Del Cristiano En El Mundo: El Caso De Jacob Y Labán

El Evangelio de Mateo contiene una de las afirmaciones más potentes y desafiantes que Jesús dirige a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra […] ustedes son la luz del mundo” (Mt 5,13-14). Estas palabras no son simplemente una exhortación moral, sino una revelación sobre la identidad y la misión del cristiano en medio del mundo. Este llamado a ser sal y luz adquiere una profundidad especial cuando se considera a la luz de pasajes del Antiguo Testamento, como la historia de Jacob en casa de Labán (Gén 29–30).

Jacob, tras haber engañado a su hermano Esaú, huye a casa de su tío Labán. Allí trabaja durante muchos años, primero por amor a Raquel, y luego a cambio de sustento y salario. En Génesis 30,27, Labán reconoce que desde que Jacob está con él, ha recibido bendición: “He aprendido por experiencia que el SEÑOR me ha bendecido por causa tuya” (Gn 30,27, NVI). Este reconocimiento expresa una realidad profunda: la presencia de Jacob, como portador de la bendición de Dios, transforma el lugar en el que se encuentra.

Sal que da sabor, conserva y santifica

La sal, en la tradición bíblica, no solo es condimento. Es también un elemento ritual. En el Levítico se manda que todo sacrificio sea ofrecido con sal: “Con toda ofrenda presentarás sal. No dejarás que falte nunca de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios” (Lv 2,13). La sal simboliza alianza, incorruptibilidad, consagración. Por eso, cuando Jesús llama a sus discípulos a ser sal, les está diciendo que su vida está llamada a dar sentido, conservar lo bueno, y elevar la realidad cotidiana a la condición de ofrenda agradable a Dios.

Jacob no está en el templo. Está en el campo, trabajando con ovejas. Sin embargo, su vida, marcada por la promesa y por la fidelidad al Dios de sus padres, se vuelve instrumento de bendición incluso para un hombre mundano como Labán. El cristiano, como Jacob, está llamado a santificar el mundo desde dentro, siendo signo de la presencia de Dios en los lugares más ordinarios.

Luz que revela y orienta

Jesús también dice: “Ustedes son la luz del mundo” (Mt 5,14). La luz tiene una función reveladora. Hace visible lo invisible. El cristiano, iluminado por Cristo –“Yo soy la luz del mundo” (Jn 8,12)–, está llamado a reflejar esa luz, no esconderla. El testimonio cristiano no es solo silencioso: también es visible, concreto, fecundo.

Jacob, a pesar de sus errores pasados, vive de tal forma que su tío no puede ignorar su influencia. Como afirma san Juan Crisóstomo: “Así como una luz no puede esconderse, tampoco puede el justo pasar desapercibido. Su virtud se manifiesta aun sin palabras” (Homilías sobre Mateo, Hom. 15).

La vocación del laico

Este mensaje tiene implicancias profundas para la vocación del laico. Como recuerda el Concilio Vaticano II: “A los laicos, por su misma vocación, compete buscar el Reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales” (Lumen Gentium, n. 31). No hace falta estar en un convento o en un seminario para ofrecer sacrificios agradables a Dios. La vida en el trabajo, en la universidad, en la familia, puede ser altar, puede ser sal y puede ser luz.

El Papa Francisco ha insistido en este llamado a santificar lo cotidiano: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: en los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en los hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a casa […] Esta es la santidad de la puerta de al lado” (Gaudete et Exsultate, n. 7).

Conclusión

La historia de Jacob nos recuerda que incluso una vida ordinaria, marcada por errores y redención, puede ser instrumento de bendición si se vive con fidelidad a Dios. Ser sal de la tierra y luz del mundo no es una misión reservada a unos pocos. Es la vocación de todo bautizado. Y es en los lugares comunes, como la casa de Labán, donde esta vocación se pone a prueba y se realiza.

Referencias

Biblia de Jerusalén (2013). Sagrada Biblia. Desclée De Brouwer.

Crisóstomo, J. (s. IV). Homilías sobre el Evangelio de Mateo. Trad. en Migne, J. P. (Ed.), Patrologia Graeca.

Concilio Vaticano II. (1964). Lumen Gentium. https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html

Francisco. (2018). Gaudete et Exsultate. https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20180319_gaudete-et-exsultate.html

Nueva Versión Internacional. (2015). Santa Biblia. Sociedades Bíblicas Unidas.