Las virtudes cardinales son un conjunto de cuatro virtudes que se consideran fundamentales para la práctica de una vida ética y moral. Estas virtudes han sido parte de la tradición ética y filosófica desde la antigüedad y son especialmente destacadas en la ética cristiana.
Stephen Covey es un escritor y profesor de éxito que se ha centrado en la importancia de la ética personal y de la ética de carácter.
-
Ética de la personalidad: La ética de la personalidad se centra en la apariencia externa, la percepción de otros de ti, y el éxito social. Se trata de adquirir una buena reputación y ganar la aprobación de los demás.
-
Ética de carácter: La ética de carácter se centra en el desarrollo personal y la integridad moral. Se trata de adquirir valores y principios fuertes, y vivir de acuerdo a ellos, sin importar lo que otros piensen.
Desgraciadamente la La literatura, la práctica empresarial, social y familiar se centran en la llamada ética de la personalidad. De allí la superficialidad que observamos hoy en día en todo el entramado social.
Urge volver a la llamada ética de las virtudes o ética del carácter.
Las cuatro virtudes cardinales son:
-
Prudencia: También conocida como sabiduría práctica, la prudencia implica la capacidad de tomar decisiones correctas y justas en situaciones concretas. Se trata de la capacidad de discernir y elegir los medios más apropiados para alcanzar el bien.
-
Justicia: La justicia implica dar a cada uno lo que le corresponde. Esto incluye el respeto de los derechos de los demás, la equidad en el trato y la promoción del bien común. La justicia busca establecer un equilibrio armonioso en las relaciones humanas.
-
Fortaleza (o valentía): La fortaleza implica la fuerza interior para resistir las dificultades y mantenerse firme en la virtud, incluso en situaciones difíciles. No se refiere solo a la valentía física, sino también a la valentía moral y espiritual.
-
Templanza: La templanza se refiere al equilibrio y la moderación en el uso de los placeres y deseos. Implica controlar los apetitos y mantener la moderación en todas las acciones. La templanza busca evitar los extremos y promover un equilibrio saludable en la vida.
Estas virtudes cardinales han sido discutidas y desarrolladas por filósofos como Platón y Aristóteles en la antigua Grecia, y han sido incorporadas en la ética cristiana por pensadores como Santo Tomás de Aquino. Aunque tienen sus raíces en contextos filosóficos y religiosos específicos, las virtudes cardinales también han sido apreciadas en diversas tradiciones éticas y filosóficas a lo largo de la historia.
Deja una respuesta