El misterio de la fe cristiana implica nuestra unión con Cristo, la cristificación
En su muerte y resurrección. Con respecto a la primera, debemos contemplar la realidad que él «nos amó hasta el extremo» (como dice el evangelio de Juan Cap. 13), y se «hizo obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz» como dice San Pablo en Filipenses 2.
Este amor y obediencia al Padre, en su designio de salvarnos, requieren una respuesta de amor, que en el presente poema se ilustra.
Solo cuando un alma ha experimentado ese amor, puede aceptar gozosamente llevar las cruces de cada día.
Dios los bendiga!!!
Jorge Ayona.
PREGUNTA DE CRISTO CRUCIFICADO AL ALMA
Pues que yo perdí la vida,
hombre, por amor a ti,
tú ¿qué perderás por mí,
hombre de mí tan amado,
que tan caro te compré
con sangre de mi costado,
que a tu causa derramé
y con todo eso me fue
dulce por amor de ti?
Tú, ¿qué perderás por mí?
Por sacarte de prisiones
nací entre dos animales
y por remediar tus males,
padecí entre dos ladrones.
Mis trabajos y aflicciones
y mi vida doy por ti.
Tú, ¿qué perderás por mí?
¿Por qué llevan al pastor fatigado?
Por amor de su ganado.
A Jesús, nuestro Pastor y nuestra luz,
Llevan a tomar la cruz por cayado,
por amor de su ganado,
por sacar a sus ovejas de prisiones,
es llevado entre sayones, maniatado,
por amor de su ganado.
RESPUESTA DEL ALMA A CRISTO CRUCIFICADO
¿Qué perderé yo por Ti,
mi Señor Crucificado,
si siendo de tu ganado,
tanto, Señor, me perdí
cuidando de mi cuidado?
¿Qué perderé yo por Ti,
si, tras haberme ganado,
con tu corazón por mí
a tal punto desgarrado,
tanto, Señor, me perdí
cuidando de mi cuidado?
¿Qué perderé yo por Ti,
que al cuidar de mi cuidado,
tanto, Señor, me afligí,
que acabé desamorado?
Dame, Señor, el perder
cuidarme de mi cuidado.
Y ayúdame a renacer,
oveja de tu ganado,
para así volver a ser,
de tu amor enamorado,
mi Señor crucificado.