Muchas veces escuchamos frases como: “Dios permite la prueba para ver si realmente creemos”. Pero si lo pensamos bien, sabemos que Dios es omnisciente: lo sabe todo desde siempre. No necesita ponernos a prueba para descubrir lo que hay en nuestro corazón.
Entonces, ¿por qué permite que pasemos por pruebas?
¿Una visión jansenista de Dios?
Esa idea de que Dios necesita ponernos a prueba para comprobar nuestra fe tiene raíces en una visión rigorista o jansenista de la espiritualidad cristiana. El jansenismo, surgido en el siglo XVII, mostraba a Dios como un juez estricto, distante y desconfiado, más interesado en exigir pruebas que en acompañar al ser humano. Esta corriente exageraba el rigor moral y el sufrimiento, dejando poco lugar a la misericordia y al amor paternal de Dios.
Pero esta no es la imagen de Dios que nos muestra la Biblia. La Sagrada Escritura nos habla de un Dios que ya conoce nuestro corazón y permite las pruebas no para examinar, sino para formar.
“Tú has examinado mi corazón, me has conocido…” – Salmo 139,1
“El hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón.” – 1 Samuel 16,7
Las pruebas no son para Dios, sino para nosotros
Dios permite que atravesemos momentos difíciles no porque necesite descubrir algo de nosotros, sino porque quiere ayudarnos a crecer. Es en la prueba donde la fe se vuelve concreta y real, donde aprendemos a confiar, a depender de Él y a reconocer nuestras propias limitaciones.
“Considerad como un gran gozo, hermanos míos, cuando os veáis rodeados de toda clase de pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce constancia.” – Santiago 1,2-3
“Si es necesario, tenéis que pasar un poco de tiempo afligidos por diversas pruebas. Así quedará comprobado el valor de vuestra fe…” – 1 Pedro 1,6-7
En la prueba, Dios está con nosotros
A veces sentimos que la prueba es abandono. Pero en realidad, es un momento privilegiado para experimentar la fidelidad de Dios. Él no se aleja, sino que camina con nosotros, y su gracia se hace más visible cuando más débiles nos sentimos.
“Aunque atraviese por el valle oscuro, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo.” – Salmo 23,4
“Mi gracia te basta, porque mi poder se manifiesta en la debilidad.” – 2 Corintios 12,9
La prueba nos revela y nos transforma
En tiempos difíciles, descubrimos lo que hay verdaderamente en nuestro interior. A veces creíamos tener una fe firme, y nos damos cuenta de nuestras dudas. Otras veces, en medio de la oscuridad, nos sorprendemos confiando con más profundidad.
“Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman…” – Romanos 8,28
“El que comenzó en ustedes la buena obra, la irá completando hasta el día de Cristo Jesús.” – Filipenses 1,6
Conclusión
Dios no necesita probarnos. Él ya nos conoce profundamente. Nos permite la prueba no como examen, sino como camino de maduración y encuentro.
En lugar de ver la prueba como castigo o desconfianza divina, aprendamos a verla como una escuela de fe, donde Dios no nos observa desde lejos, sino que nos acompaña de cerca, con amor de Padre.
¿Estás pasando por una prueba? No es un examen… es una oportunidad para confiar, crecer y descubrir que Dios está contigo más que nunca.