El día de hoy: 29 de octubre del 2024 me han comunicado que me han admitido en la Universidad Católica de Santa María, en la Escuela de Teología. Esta historia es larga, pero para hacerla corta, después de muchos obstáculos y contratiempos – tantos que pensé que no podría lograrlos, recibía la noticia de mi admisión.
Algunas personas preguntan ¿de qué sirve estudiar teología el siglo XXI? ¿qué utilidad se puede sacar de ella?
Desde ya, me declaro en contra de la idea utilitarista de que todo debe dar un provecho económico. Yo creo en la trascendencia, de que las cosas no sólo sirven para arrastrarse por el polvo de las metas y recompensas meramente temporales. A los años que tengo, voy en busca de valores y metas trascendentes. Pero entonces, ¿cuál es el papel del teólogo hoy?
El rol del teólogo en temas éticos y morales, según los documentos de la Iglesia Católica, es iluminar las decisiones morales desde la perspectiva del Evangelio y la doctrina moral de la Iglesia, contribuyendo tanto al desarrollo de la ética cristiana como al discernimiento de los desafíos contemporáneos.
A continuación, detallo este rol desde la enseñanza de documentos clave como Veritatis Splendor (1993), Donum Veritatis (1990), y otras fuentes del Magisterio.
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Discernimiento de la Ley Moral y Principios Éticos El teólogo tiene la tarea de estudiar la ley natural y la ley divina, profundizando en los principios éticos fundamentales como la dignidad de la persona humana, la justicia, la libertad y el bien común (Veritatis Splendor, 49). También contribuye a reflexionar críticamente sobre cuestiones donde la aplicación de la ley moral no es evidente, ofreciendo orientación para situaciones complejas y emergentes.
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Diálogo entre Fe, Razón y Ciencia El teólogo debe colaborar en el diálogo interdisciplinar con las ciencias sociales, la biología, la medicina y otras disciplinas, aportando una perspectiva cristiana en cuestiones bioéticas, sociales y políticas (Veritatis Gaudium, 4).
Este diálogo permite articular una moral basada en la verdad del Evangelio, respetando la autonomía legítima de la razón, sin caer en reduccionismos científicos ni en posturas anticientíficas.
- Orientación en Dilemas Morales Contemporáneos El teólogo tiene un papel clave en el discernimiento de temas éticos contemporáneos como: Bioética (aborto, eutanasia, tecnologías reproductivas, genética). Ética social y económica (justicia distributiva, pobreza, migración).
Ecología y medio ambiente, orientando la acción humana hacia el respeto a la creación (Laudato Si’).
Relaciones y sexualidad humana, promoviendo una ética del amor y la dignidad de la persona.
- Servicio al Magisterio: Aclarar y Desarrollar la Doctrina Moral El teólogo debe colaborar con el Magisterio, ayudando a desarrollar y profundizar en la doctrina moral de la Iglesia, sin contradecir los principios fundamentales. Esto implica presentar nuevas perspectivas, sin perder la fidelidad a la enseñanza de la Iglesia (Donum Veritatis, 23-24).
Su papel no es solo exponer lo ya definido, sino también explorar nuevos aspectos de la moralidad en contextos cambiantes, siempre en comunión con la enseñanza oficial.
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Formación de la Conciencia Cristiana La teología moral busca formar las conciencias, ayudando a los fieles a tomar decisiones libres y responsables en conformidad con el Evangelio. Esto se logra a través de la enseñanza, la predicación y la catequesis, con un enfoque en la recta conciencia y el discernimiento (Veritatis Splendor, 63). También ofrece orientación pastoral, especialmente en situaciones donde los fieles enfrentan conflictos éticos complejos.
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Testimonio de Vida y Coherencia Moral La vida del teólogo debe ser un testimonio coherente de los valores morales que enseña, mostrando que el conocimiento de la verdad ética no es meramente teórico sino transformador para la vida personal y comunitaria. La credibilidad de su enseñanza depende también de su integridad y humildad en la búsqueda de la verdad (Donum Veritatis, 39).
Conclusión
El rol del teólogo en temas éticos y morales es profundizar en la doctrina de la Iglesia y aplicarla a los desafíos actuales, guiando tanto al Magisterio como a los fieles en el discernimiento y la toma de decisiones morales. Su misión implica claridad doctrinal, diálogo interdisciplinar y orientación pastoral, con la finalidad última de promover el bien, la justicia y la santidad en la sociedad.
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