Orar con Fe: La Diferencia entre la Enseñanza Cristiana y la Nueva Era
«En la tradición cristiana, la oración es el encuentro del hombre con Dios, un diálogo personal con el Creador y Salvador. En contraste, muchas prácticas de la Nueva Era promueven técnicas de meditación que buscan la fusión con una energía cósmica impersonal o la inmersión en un estado alterado de conciencia. Esto dista mucho de la oración cristiana, que es un acto de amor y entrega confiada a Dios, una relación viva con el Padre, por medio de Cristo en el Espíritu Santo.» ([«Jesucristo Portador Del Agua De Vida»]https://https://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/interelg/documents/rc_pc_interelg_doc_20030203_new-age_sp.html – Sección 3.4)
En algún momento, muchos han estado influenciados por enseñanzas de la Nueva Era, donde se nos dice que debemos visualizar, decretar y generar emociones para atraer lo que queremos. Sin embargo, cuando profundizamos en la fe cristiana, nos damos cuenta de que esta perspectiva no es la enseñanza de la Sagrada Escritura ni de la Iglesia.
La diferencia fundamental es que la Nueva Era pone el énfasis en el poder personal, mientras que el cristianismo pone el énfasis en Dios. No se trata de «crear nuestra realidad» con la mente, sino de confiar en la providencia de Dios y en su voluntad perfecta.
La fe cristiana no es “atraer”, sino confiar y perseverar
Jesús nos da un principio clave en Mateo 6:33:
«Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.»
Esto significa que Dios ya sabe lo que necesitamos y, en lugar de obsesionarnos con obtenerlo, debemos confiar en Él y en su tiempo.
San Agustín lo expresa de manera brillante:
«Orar bien no es querer torcer la voluntad de Dios a la nuestra, sino conformar nuestra voluntad a la suya.»
Es decir, no se trata de imponer nuestros deseos a Dios, sino de aprender a vivir en paz con lo que Él nos concede y con su plan perfecto.
Jesús en Getsemaní: El mejor ejemplo de oración
Un momento clave en la vida de Cristo nos muestra cómo debemos orar. En Mateo 26:39, Jesús, en el Huerto de los Olivos, dice:
«Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
Él pide con confianza, pero no exige ni decreta; se somete a la voluntad del Padre.
Cómo vivir la fe cristiana en la oración
Si queremos alejarnos de las prácticas de la Nueva Era y adoptar una actitud más cristiana en nuestra oración, podemos seguir estos principios:
1. Pedir con fe, pero confiando en la voluntad de Dios
No se trata de forzar que las cosas sucedan como queremos, sino de ponerlas en manos de Dios, con la certeza de que Él hará lo mejor.
2. Confiar en que Dios ya está actuando, aunque no lo veamos
La fe no se basa en visualizar un resultado, sino en creer en el amor y la fidelidad de Dios, aunque no haya señales visibles inmediatas.
3. Agradecer de antemano, pero sin manipulación
No agradecemos porque «estemos atrayendo» algo, sino porque Dios es fiel y ya está obrando para nuestro bien.
4. No depender de emociones o visualizaciones
La fe cristiana no necesita sentir o imaginar algo para que sea real. La verdad de Dios es objetiva y no depende de nuestras emociones.
5. Permanecer en paz y aceptar el tiempo de Dios
El fruto de la confianza en Dios es la paz interior. No nos angustiamos por el futuro, porque sabemos que estamos en manos del Padre.
Conclusión
El cristianismo nos llama a una fe madura, basada en la confianza y la entrega a Dios. Como decía Santa Teresa de Ávila:
«Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta.»
Y como nos aconsejaba San Pío de Pietrelcina:
«Ora, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración.»
Si confiamos en Dios y dejamos nuestras preocupaciones en sus manos, podemos vivir con verdadera paz y seguridad.