: ¿Un Engaño Epistemológico?
René Descartes, considerado el padre de la filosofía moderna, propuso un sistema basado en la duda metódica y la búsqueda de una certeza absoluta. Sin embargo, su filosofía presenta contradicciones fundamentales que minan su validez. A pesar de su influencia en la historia del pensamiento, su epistemología es frágil y deja varios puntos sin resolver. En este artículo, profundizaremos en los errores de su planteamiento y sus consecuencias filosóficas.
1. El Abandono de la Lógica en Favor de la Intuición
Descartes buscaba establecer un conocimiento tan firme y exacto como el matemático. No obstante, su punto de partida, el famoso cogito, ergo sum («pienso, luego existo»), no se basa en un razonamiento lógico riguroso, sino en una intuición inmediata. Si realmente pretendía construir un sistema epistemológico sólido, ¿por qué no sometió su certeza a una estructura axiomática similar a la de Euclides en la geometría?
La matemática se basa en principios bien definidos, demostraciones encadenadas y reglas universales de inferencia. Pero Descartes, en lugar de seguir ese camino, introduce una certeza subjetiva como fundamento. Su confianza en la intuición del pensamiento como prueba irrefutable de la existencia no resiste una evaluación estrictamente lógica. Esto plantea una inconsistencia grave: si su método pretende ser universal y racional, no debería depender de un acto subjetivo de intuición.
Además, al privilegiar la intuición sobre la lógica, Descartes se aleja de la tradición aristotélica y escolástica, que buscaba demostrar verdades mediante el razonamiento deductivo. En su lugar, impone un punto de partida arbitrario que no puede verificarse fuera de la propia conciencia. Así, en vez de ofrecer una base firme para el conocimiento, introduce un elemento de subjetividad que debilita su sistema.
2. La Incoherencia de su Duda Metódica
El método cartesiano se basa en la duda radical: hay que poner en cuestión todo lo que pueda ser falso o engañoso. Descartes llega incluso a considerar la hipótesis de un «genio maligno» que podría estar manipulando su percepción de la realidad. Sin embargo, hay un límite que él mismo no cruza: nunca duda de su propia capacidad de pensar.
Si Descartes realmente hubiera llevado su duda hasta las últimas consecuencias, debería haber cuestionado la confiabilidad de su propio pensamiento y razonamiento. ¿Cómo puede estar seguro de que su mente no está defectuosa o engañada? Al no plantear esta posibilidad, su duda metódica deja de ser universal y se convierte en una selección arbitraria de lo que es cuestionable y lo que no.
En este sentido, su argumento se convierte en un círculo vicioso: afirma que el pensamiento es incuestionable porque se percibe a sí mismo pensando. Pero este razonamiento no responde a la pregunta fundamental: ¿qué garantía tiene de que su capacidad de razonar es fiable? Si un «genio maligno» pudiera engañarlo sobre la realidad externa, ¿por qué no podría también manipular su pensamiento?
Esta falencia deja abierta una brecha en su sistema: la duda que debía ser absoluta se detiene antes de afectar la piedra angular de su filosofía. Así, en lugar de lograr una certeza universal, Descartes impone una certeza arbitraria.
3. La Irracionalidad de la Tabula Rasa
Uno de los errores más profundos del cartesianismo es su intento de hacer tabula rasa, es decir, borrar todo conocimiento previo para construir el pensamiento desde cero. Esta idea es profundamente irracional, pues todo conocimiento humano parte de alguna base previa.
Descartes pretende que la única certeza válida es la que se construye desde el cogito, ignorando que la mente humana siempre opera a partir de un contexto previo. La filosofía, la ciencia y cualquier otro conocimiento no surgen en el vacío, sino que se desarrollan sobre fundamentos previos que sirven como punto de partida. Incluso en matemáticas, donde Descartes pretendía encontrar su modelo, los axiomas no son creados arbitrariamente, sino que emergen de la experiencia y de la tradición intelectual.
Este intento de descartar toda tradición y rehacer el pensamiento desde cero lleva a una epistemología artificialmente aislada de la realidad. La historia del pensamiento muestra que el conocimiento se construye acumulativamente y no mediante una ruptura absoluta con lo anterior. En este sentido, el método cartesiano introduce una falacia: pretende una reconstrucción absoluta del conocimiento, cuando en realidad todo conocimiento parte de algo previamente establecido.
4. La Tiranía del Yo y el Subjetivismo Moderno
Al centrar toda la certeza filosófica en el cogito, Descartes inaugura un giro hacia el subjetivismo que marcará el pensamiento moderno. Mientras que la filosofía clásica y medieval concebían la verdad como algo objetivo y externo al individuo, el cartesianismo la reubica en la conciencia del sujeto. Esto tiene profundas implicaciones.
Si el único punto de partida fiable es la certeza subjetiva del yo, entonces la realidad exterior se vuelve secundaria y dependiente de la conciencia individual. Esta postura influenciará a pensadores como Kant, Husserl y los existencialistas, que desarrollarán filosofías centradas en la subjetividad. Con el tiempo, esta tendencia contribuirá a la fragmentación del pensamiento filosófico y al relativismo contemporáneo, donde la verdad objetiva es reemplazada por interpretaciones individuales.
Este giro epistemológico tuvo consecuencias históricas de gran alcance. La confianza absoluta en la razón subjetiva minó la noción de una verdad universal compartida, socavando las bases filosóficas y culturales de Europa. A medida que el pensamiento cartesiano se desarrolló, surgieron movimientos filosóficos que exaltaban el individualismo radical y la ruptura con la tradición. El Iluminismo, con su énfasis en la razón autónoma, aceleró este proceso, debilitando las estructuras religiosas y comunitarias que habían cohesionado la civilización europea durante siglos.
El subjetivismo cartesiano, llevado al extremo, desembocó en ideologías relativistas que rechazaban cualquier verdad objetiva, dando lugar a corrientes filosóficas como el nihilismo y el posmodernismo. La disolución de los valores compartidos contribuyó a la crisis de identidad cultural de Occidente, manifestándose en el escepticismo moral, la erosión de la autoridad intelectual y la fragmentación social.
Conclusión
A pesar de su enorme influencia en la historia de la filosofía, el cartesianismo presenta problemas graves. Su método no es realmente matemático ni lógico, ya que se basa en una intuición subjetiva. Su duda metódica es arbitraria, pues no se aplica al pensamiento mismo. Su idea de una tabula rasa es irracional, ya que el conocimiento siempre se construye sobre bases previas. Y su giro hacia la subjetividad establece un precedente que llevará al relativismo moderno.
Descartes, lejos de cimentar un conocimiento firme, abrió la puerta a una crisis epistemológica. Su legado filosófico, lejos de consolidar una base racional indiscutible, sentó las bases de una Europa donde la verdad se convirtió en una cuestión de interpretación personal, debilitando la cohesión intelectual y moral de la civilización occidental.
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