La dulzura de la Cruz: del leño de Mara al madero de la salvación
Cuando los israelitas llegaron a Mara, las aguas eran amargas e imposibles de beber. Entonces, el Señor le mostró a Moisés un leño; al echarlo en las aguas, estas se volvieron dulces (Éxodo 15:23-25). Este gesto anticipa el misterio de la Cruz: el madero que transforma la amargura del pecado y del sufrimiento en fuente de vida y esperanza.
En la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, contemplamos a Jesús elevado en el madero, y con Él, nuestra humanidad también es elevada. Como dice San Pablo: “Si sufrimos con Él, también seremos glorificados con Él” (Romanos 8:17, Biblia de Jerusalén, 2009).
Los Padres de la Iglesia profundizaron en este misterio. San Teodoro Estudita escribió:
“La Cruz no encierra en sí mezcla del bien y del mal como el árbol del Edén, sino que toda ella es hermosa y agradable, tanto para la vista como para el gusto. Se trata, en efecto, del leño que engendra la vida, no la muerte; que da luz, no tinieblas; que introduce en el Edén, no que hace salir de él”.
(Teodoro Estudita, Disertación sobre la adoración de la Cruz, citado en MSC Perú, s.f.)
San Germán de Constantinopla también afirmó:
“La Cruz viene a ser el leño de obediencia, ilumina la mente, fortalece el corazón y nos hace participar del fruto de la vida perdurable”.
(Germán de Constantinopla, Sobre la adoración de la Cruz, citado en MSC Perú, s.f.)
Estos testimonios nos muestran que la Cruz no es solo un instrumento de sufrimiento, sino el medio por el cual Dios transforma nuestra vida. Como escribió Santa Rosa de Lima:
“Sepan que sin el peso de las aflicciones no se llega al colmo de la gracia. […] Esta es la única verdadera escala del paraíso, y fuera de la Cruz no hay camino por donde pueda subirse al cielo”.
(Santa Rosa de Lima, Escritos al médico Castillo, pp. 54–55, citado en Buenas Tareas, 2015)
La Cruz no nos exime de las dificultades de la vida, pero les da un nuevo sentido. Nos invita a unirnos a Cristo en su pasión, para participar también de su resurrección. Como expresó San Ignacio de Antioquía:
“Permitidme imitar la pasión de mi Dios”.
(Ignacio de Antioquía, Carta a los Romanos 6,3, citado en Wikipedia, 2025)
En este día, recordemos que cada sufrimiento, unido a la Cruz de Cristo, se convierte en una ocasión de crecimiento y esperanza. Sigamos a nuestro Señor, llevando con amor nuestra propia cruz, sabiendo que, al final, nos espera la gloria de la resurrección. Después de todo, la cruz es la mayor muestra de amor de Dios para con nosotros. Amor hsta el extremo.
Referencias
- Biblia de Jerusalén. (2009). Biblia de Jerusalén (4ª ed.). Desclée de Brouwer.
- Germán de Constantinopla. (s.f.). Sobre la adoración de la Cruz. En MSC Perú. Recuperado de https://www.mscperu.org
- Ignacio de Antioquía. (2025). Carta a los Romanos. En Wikipedia. Recuperado de https://es.wikipedia.org
- Santa Rosa de Lima. (2015). Escritos al médico Castillo. En Buenas Tareas. Recuperado de https://www.buenastareas.com
- Teodoro Estudita. (s.f.). Disertación sobre la adoración de la Cruz. En MSC Perú. Recuperado de https://www.mscperu.org