De la gramática a la exégesis bíblica
La relación entre la gramática y la interpretación del lenguaje ha generado debates tanto en la literatura como en la teología. En filosofía, el lenguaje no es solo un conjunto de reglas gramaticales, sino un medio para transmitir el pensamiento. De manera similar, la Biblia no debe interpretarse únicamente desde una perspectiva literal y gramatical, sino considerando su contexto teológico, histórico y doctrinal. Esta es una distinción clave entre la exégesis católica y muchas interpretaciones protestantes.
La gramática como convención, no como fin en sí misma
El lenguaje es una herramienta para comunicar ideas. Priorizar la corrección gramatical por encima del significado puede llevar a considerar la forma como algo inmutable, cuando en realidad la gramática es una convención. No se trata de restarle importancia, sino de recordar que el lenguaje está al servicio del pensamiento y no al revés.
De manera análoga, reducir la interpretación bíblica a una lectura estrictamente gramatical es un error. La Escritura es un texto con múltiples niveles de significado, y su comprensión no puede depender exclusivamente de la estructura gramatical de las palabras utilizadas en una traducción particular o en su idioma original.
La interpretación gramático-literal en el protestantismo
Un problema recurrente en la interpretación bíblica dentro de ciertos sectores protestantes es el apego excesivo al significado literal del texto. Esto conduce a una lectura donde cada palabra se toma de manera rígida, sin considerar el contexto en el que fue escrita ni las intenciones del autor sagrado. Este enfoque ignora que la Biblia no es un manual técnico, sino un texto vivo que comunica la revelación de Dios a través de diversos géneros literarios, metáforas, parábolas y figuras retóricas.
Cuando un intérprete se enfoca exclusivamente en la literalidad de un pasaje, corre el riesgo de caer en contradicciones o en interpretaciones que desvirtúan el mensaje central de la fe cristiana. Un ejemplo clásico es el debate sobre la Eucaristía. Mientras que los católicos interpretan las palabras de Jesús en Juan 6 («Esto es mi cuerpo, esto es mi sangre») en un sentido sacramental y real, muchos protestantes insisten en una interpretación simbólica basada en una lectura literalista que no toma en cuenta la Tradición y el contexto en que fueron dichas estas palabras.
La exégesis católica y los niveles de interpretación según Dei Verbum
La Iglesia Católica, siguiendo la enseñanza de los Padres de la Iglesia y la Tradición, reconoce que la Escritura tiene distintos niveles de interpretación. La constitución dogmática Dei Verbum, promulgada durante el Concilio Vaticano II, enfatiza la importancia de considerar diversos aspectos al interpretar la Sagrada Escritura. En su capítulo III, señala que, para descubrir la intención de los autores sagrados, es necesario atender «a los géneros literarios», «a las condiciones de su tiempo y de su cultura», y «a los modos de sentir, de hablar o de narrar entonces en uso» (vatican.va).
Además, Dei Verbum destaca que la Sagrada Escritura debe leerse e interpretarse «con el mismo Espíritu con que fue escrita», lo que implica considerar «el contenido y la unidad de toda la Escritura», la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe (vatican.va).
Este enfoque permite que la Escritura sea interpretada con coherencia y profundidad, evitando reduccionismos que limitan su mensaje.
En cambio, la hermenéutica católica (y la de la tradición patrística en general) reconoce diferentes niveles de interpretación:
- Literal: Lo que el texto dice en su contexto original.
- Alegórico: Cómo el texto señala a Cristo y la economía de la salvación.
- Moral: Qué enseñanzas éticas se pueden extraer.
- Anagógico: Cómo el texto apunta a la realidad eterna y celestial.
La enseñanza de Wittgenstein sobre el lenguaje y su relación con la Biblia
El filósofo Ludwig Wittgenstein señaló que el significado de las palabras depende de su uso dentro de un contexto determinado. Aplicado a la Biblia, esto implica que su interpretación no puede reducirse solo a la gramática, sino que debe considerar el «juego de lenguaje» en el que se inscribe. La revelación divina no está sujeta a las mismas reglas que un texto ordinario, sino que exige una comprensión más amplia que abarque su dimensión espiritual y doctrinal.
Así como en el lenguaje cotidiano el significado tiene prioridad sobre la norma gramatical, en la Biblia el mensaje divino tiene prioridad sobre una interpretación meramente literal. Ignorar esto puede llevar a errores doctrinales y a una fragmentación de la fe, como ha ocurrido en el protestantismo, donde cada denominación interpreta la Escritura según su propio criterio, sin una autoridad central que garantice la coherencia de la fe cristiana.
Incluso el judaísmo advierte contra la interpretación literalista
El problema de la interpretación meramente literal no es exclusivo del cristianismo. En el judaísmo, la tradición rabínica también advierte contra este enfoque. En Pirke Avot, un texto fundamental de la Mishná, se considera un error interpretar un versículo sin tener en cuenta su contexto y su significado más profundo. Los sabios judíos insisten en que la Torá debe ser comprendida a través del estudio, la discusión y la tradición interpretativa, no mediante una lectura superficial que reduzca su mensaje a la simple literalidad.
Este principio resuena con la enseñanza católica sobre la interpretación de la Escritura. Tanto en la fe judía como en la cristiana, la Palabra de Dios es vista como algo vivo, que debe ser leído e interpretado en comunidad y con la guía de la tradición. Una lectura aislada y literalista puede llevar a malentendidos y distorsiones del mensaje original.
Conclusión
El lenguaje es un medio para la comunicación del pensamiento, y la gramática, aunque importante, es una convención que no debe imponerse sobre el significado. Del mismo modo, la interpretación de la Biblia no puede depender exclusivamente de una lectura literalista basada en la gramática del texto, sino que debe considerar su riqueza teológica, histórica y doctrinal. La constitución Dei Verbum subraya la importancia de una exégesis que tenga en cuenta estos diversos aspectos, asegurando que la Escritura sea interpretada a la luz de la fe y la enseñanza de la Iglesia. Solo así se puede captar el verdadero sentido de la Palabra de Dios y evitar los reduccionismos que han llevado a la fragmentación del cristianismo.