Dios Jamas llega tarde

En el evangelio de hoy, una frase me impresionó: «no temas Zacarías, tú súplica ha sido oída»… (si quieres leerlo completo está en Lucas 1, 5-25).

¡Cuántas veces Zacarías y su esposa no habrían pedido por tener un hijo! Los años pasaban y ellos envejecían… y las posibilidades de tener ese niño disminuían…

Zacarías siguió cumpliendo sus deberes, como esposo y sacerdote. Día a día. Y… seguramente ya olvidó su petición a Dios.

Hasta que finalmente un día… un ángel se aparece y le dice que su oración ya fue respondida: Dios respondió. ¿Por qué Dios no lo hizo antes? ¿Por qué pasar por el sufrimiento de la incertidumbre, del rechazo social por no tener hijos? -eso sucedía en la antiguedad.

¿Por qué Dios lo permitió? ¿Por qué permite esas circunstancias en nosotros?

Si vemos el cuadro completo, el hijo que le nació a Zacarías fue Juan el Bautista, precursor de Jesús. Tanto el personaje como el tiempo de su nacimiento, fueron cruciales y definitivos en la historia de la salvación.

Zacarías no era cualquiera: era un sacerdote sirviendo a Dios y conocedor de las escrituras. ¿No se esperaría de él mayor confianza y esperanza en Dios?

Pero ¿cuál fue la respuesta de él? Sarcasmo, escepticismo, dudas, incredulidad. Ya de por sí es una maravilla que en su servicio al Señor haya tenido esa experiencia mística y real. Pero en vez de pensar en la maravilla de que un ángel se aparezca, se dejó vencer por el desánimo… porque… el milagro no le vino en el tiempo que lo esperaba.

Como lección nosotros siempre debemos mantener una expectativa -esperanza- de la respuesta de Dios. Él llegará a la hora correcta; sus tiempos no son los nuestros, ni sus modos los nuestros, pero de seguro llegará. No podemos permitirnos dudar ni de su amor ni de su sabiduría para responder cuando y como Él diga: ¡¡Dios si sabe lo que hace!!

Abandonémonos en sus manos. Sigamos cumpliendo nuestros deberes de día a día y nuestro estado de vida; participemos de la Eucaristía, meditemos en las Sagradas Escrituras, ofrezcamos a Dios el momento presente y lo que estemos haciendo… aceptemos las pruebas y contrariedades que nos pasen en la vida y abandonémonos a su misericordia.  

Que ese abandono confiado en sus manos te ayude en los proyectos que esas emprendiendo, en los cambios que esperas ver en tí, en otros, en las cosas que esperas. Cree que Dios se manifestará en cualquier momento. Cumple tus deberes, se fiel en tu estado de vida. Acepta y ofrece las incomodidades sufrimientos, circunstancias de tu vida; abandónate a Él… y te responderá. Verás que en medio de la esterilidad de tu vida, Dios te hace fecundo y te responderá más de lo que esperas y entiendes.

Jorge Ayona.