Mi Experiencia Personal Con El Judaísmo

Mi Experiencia Personal Con El Judaísmo

El Judaísmo y la Doctrina de la Trinidad

Estra reflexión la dirijo desde el mayor respeto. He encontrado personas judías maravillosas, algunos amigos míos hasta hoy. Agradezco la camaradería que me brindaron, las estupendas tertulias que mantuvimos, y lo mucho que aprendí del rabino en ese momento. Lo siguiente es mi experiencia personal. Expresa mi motivo personal por el cual al final, no acepté sus creencias.

El judaísmo rechaza la doctrina de la Trinidad porque la considera incompatible con el monoteísmo absoluto que enseña la Torá. Desde la perspectiva judía, la creencia cristiana en la Trinidad es vista como una desviación de la unicidad divina.

Durante mi búsqueda personal de la verdad, toqué las puertas de una sinagoga en mi ciudad y estuve cerca de tres años en contacto con la comunidad judía. En ese tiempo, estudié sus enseñanzas y pude profundizar en su perspectiva sobre Dios. Uno de los pilares de su teología es el Credo de Maimónides, en el cual se establecen los Trece Principios de Fe, que explican con claridad la concepción judía de la divinidad.

Uno de los fundamentos de la teología judía es el Shemá Israel:

«Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor es Uno.»
(Deuteronomio 6:4)

El judaísmo interpreta esto como una afirmación clara e inmutable de que Dios es una sola entidad indivisible, sin pluralidad de personas. En cambio, la doctrina cristiana de la Trinidad enseña que Dios es uno en esencia pero tres en personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo).

Errores Trinitarios según el Judaísmo

Desde la perspectiva judía, los errores de la Trinidad serían:

1. Dios no puede tener «personas» dentro de sí

En la teología judía, Dios es radicalmente único e indivisible. Cualquier noción de pluralidad en la divinidad es vista como politeísmo o una forma de compromiso con el monoteísmo.

2. Dios no tiene partes ni se encarna

El judaísmo rechaza la idea de que Dios pueda asumir forma humana (como en Jesús). Esto está expresado en el Tercer Principio de Fe de Maimónides, dentro de su Credo de los Trece Principios, donde afirma:

«Creo con plena fe que el Creador, bendito sea Su nombre, no tiene cuerpo ni se ve afectado por las propiedades físicas, y que nada puede compararse a Él.»

Además, Maimónides enfatiza que Dios no está compuesto de partes. En la Guía de los Perplejos, sostiene que Dios es absolutamente simple, sin divisiones internas de ningún tipo. Cualquier distinción dentro de la divinidad (como la distinción entre Padre, Hijo y Espíritu Santo en la Trinidad) es vista por el judaísmo como una forma de composición, lo que contradice la unidad absoluta de Dios.

3. El Espíritu Santo no es una persona separada

En el judaísmo, el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) es simplemente una manifestación del poder de Dios, no una persona distinta dentro de la divinidad.

Conclusión

En resumen, el judaísmo sostiene que la doctrina de la Trinidad es una corrupción del monoteísmo puro revelado en la Torá, ya que introduce pluralidad en la divinidad y la idea de un Dios encarnado, lo cual es incompatible con la unicidad absoluta de Dios según la tradición judía.

Mi experiencia en la sinagoga me permitió comprender de primera mano cómo los judíos conciben la unicidad de Dios y cómo rechazan cualquier idea de pluralidad en su esencia. La comunidad a la que asistí era del movimiento conservador (masortí), que no era hostil hacia Jesús, pero tampoco lo consideraban Dios ni el Mesías. Para ellos, Jesús era simplemente un judío más que habló en contra de los males de su tiempo, pero sin ningún carácter divino o mesiánico.


Formación Teológica Trinitaria

Sí, la formación en Teología Trinitaria es fundamental para mantenerse firme en la fe católica, ya que la Trinidad es el núcleo del cristianismo y distingue la fe católica de otras creencias. Comprender la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo fortalece la convicción en la divinidad de Cristo y en la acción del Espíritu en la Iglesia.

Además, evita caer en errores doctrinales y permite vivir una fe más profunda y consciente, en comunión con la enseñanza de la Iglesia.