20 De Julio Del 2016

20 De Julio Del 2016

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Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Acudió tanta gente, que tuvo que subirse a una barca; se sentó y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: – Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó, y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga.

Saludos.

El evangelio de hoy se encuentra en Mt 13, 1-9

Muchos nos acusan que Jesús vino hace más de dos mil años y las cosas están igual: guerras, pobreza, violencia, maldad, etc. Es más, la razón por la que los judíos no aceptan a Jesús como Mesías es el que dicen que precisamente las condiciones del mundo están como las he descrito anteriormente, lo que contradice al profeta Isaías quien afirma que en la era mesiánica se convertirán las espadas en arados y habrá paz.

 

Esta parábola afirma que Jesús no ha fracasado; que todas las promesas del Antiguo Testamento se cumplen en Él. Luego, el problema no es Él. Además, afirma que la semilla – la Palabra sí produce fruto. Luego, el problema no es la semilla; Es dl tipo de terreno donde cae la semilla: en el corazón del hombre. Si elegimos responder adecuadamente a la palabra, a su gracia – y perseverar- llevaremos fruto . Y ese es el drama en 2000 años de cristianismo y en muchos que hoy asisten a misa, reciben la Palabra, pero no producimos fruto.

Puedes oír la palabra y no prestarle atención; oirla, pero no meditarla ni buscar entenderla; Emocionarte, y entusiasmarte- pero cuando viene el momento de la abnegación, de disciplinarte, o sufrir por causa de la Palabra te desanimas. Puedes oir la Palabra, y no perseverar al dejarte vencer por las ocupaciones, y preocupaciones del mundo: trabajo, deseos de superarse, afanes, etc. O puedes ser buena tierra: prestar atención, meditar en la Palabra, perseveran a pesar de todo y de todos. Estos son los que dan frutos. No depende que el sacerdote, el líder, el coordinador, el grupo sean «buenos» ni «motivadores», etc. El asunto está en ti.

Es fácil criticar a los demás. Según tú, el grupo, la parroquia no crecen, y dices «no voy a perder tiempo en un grupo que no crece». El problema no es del sacerdote, del coordinador. El problema es tú corazón. El reino debe llegar y crecer primero en tu corazón.

La Iglesia a lo largo de los siglos a visto líderes buenos y malos; santos y pecadores, pero la marca del santo es su corazón, que a pesar del ambiente de pecado, mantuvo su santidad, hizo reparación por los demás, contagió su santidad a otros. Los santos son los verdaderos reformadores de la Iglesia. Los otros son «deformadores», los que se van de la Iglesia.

¿Cómo está tu corazón? ¿piensas que las cosas deben «reformarse»? ¿Por qué no comienzas con tu corazón? ¿Con que actitud vas a misa? ¿meditas la Palabra en tu casa? ¿perseveras en cumplirla? ¿la meditas? ¿le dedicas un tiempo a pesar de tus ocupaciones? Pide a Dios por intercesión de la Virgen que te sea concedida la gracia de recibir la Palabra con corazón dispuesto.

Dios te bendiga. Que tengas un lindo día.